Cuando María de Carrión, señora adinerada e importante de Llantada, lugar cercano a Carrión de los Condes, Palencia, donde comenzó la batalla entre castellanos y leoneses, le dijo a su doncella que llevaba puesto un penacho o llorón formado por plumas que se doblan y caen hacia abajo:
-Dadle a mi burra que llegará primero a Golpejares,
ella marchó al comedor de la casa señorial, donde había pasado unos días el rey Sancho, cuando era perseguido por su hermano Alfonso, en la que había una biblioteca importante con una caja de caudales en uno de sus bajos.
Tersa y resbaladiza, la doncella se acercó a la caja de caudales, sorprendiéndose que estaba abierta y vacía.
Mirando hacia la mesa escritorio, vio con alegría que sobre un papel arrugado había una seria de hojas que parecía documentos vueltos del revés, uno sujeto a una pinza, y la bella llave dorada con filigrana en el ojo o anillo.
Al instante, tuvo una pasión o deseo vehemente de saber qué contenían esos documentos; pero, lo primero que hizo fue coger la llave y admirarla, pensando:
-Estos documentos están debajo de llave, luego han de ser muy importantes.
Cogió, tocó la llave, y empezó a nombrar sus partes importantes: ojo o anillo, filete, tronco o caña, paletón, morro, pezón.
-Es pequeño el pezón de esta llave, dijo para sí misma.
Empezó a ver los documentos de mayor tamaño, que estaban en blanco. Al ver los otros dos más pequeños, leyó en uno:
“Las llaves en la cinta, y el perro en la cocina”
Y en el otro leyó;
“El que primero llega, ese la calza”
La doncella no entendió nada. Así que se hartó pensando que la señora se refería a cosas morales o abstractas; o, quizás a cosas referidas al Sexo, pues la señora colmaba de favores a los pardillos, sobre todo pintores y escritores que le visitaban en casa.
Sin darse cuenta la doncella, María de Carrión entró de lleno en el comedor. Al verla, le sacó la llave de sus manos, diciéndole:
-Esta llave ni se toca. Tiene una bella historia: “Perteneció al Beneficiado de Calahorra, maestrescuela y canónigo de Toledo y secretario del Santo Oficio que se hizo célebre por su “Historia de la Inquisición”, obra muy apasionada y parcial, que, entre muchas cosas, habla de los puteríos de los inquisidores con las brujas, y de curas pedófilos que pululaban por el Coro de los niños escolanos, que se educaban para el servicio del culto, y principalmente para el canto.